Existen numerosas razones por las que comprar un coche eléctrico: desde la responsabilidad social, ya que contribuyes a reducir la contaminación; al placer personal que supone conducir un coche silencioso o simplemente, porque te gusta la tecnología.
Otra razón a tener en cuenta es que aunque al principio pueda haber una diferencia en el precio inicial en relación a un coche con motor de combustión, esto se compensa con un menor coste de utilización en diferentes aspectos que detallamos a continuación.
Lo primero a tener en cuenta sería la batería. Su proceso de carga tiene una eficiencia muy alta. Parte de la energía se pierde en forma de calor, pero ésta pérdida es baja entre un 5% y un 10%. Lo que quiere decir, que para suministrar por ejemplo, 60 kWh que puede tener la batería de un eléctrico, consumiremos unos 64 kWh aproximadamente. Con esos 60 kWh si consideramos un consumo medio de 14 kWh cada 100 km según el nuevo y mucho más exigente ciclo de homologación WLTP (Worldwide Harmonized Light-Duty Vehicles Test Procedure) podremos recorrer unos 420 km.
¿Cuál sería el coste de los 64 kWh que necesitamos para una carga completa de la batería? Depende de la tarifa eléctrica. Lo más recomendable para el usuario de un coche eléctrico sería una tarifa reducida para cargar por la noche. Las hay de dos o tres tramos. Actualmente, el precio medio aproximado de una tarifa de dos tramos en horas “valle” es unos 0,13 €/kWh. Es decir, esos 64 kWh supondrían un coste de 8,3 €. Si la tarifa es de tres tramos, el más económico (llamado “súpervalle”), está actualmente en unos 0,075 €/kWh (dependiendo de la compañía). Por tanto, los 64 kWh necesarios para cargar completamente la batería costarían poco más de 4,8 €.
Todo esto quiere decir que podemos recorrer 420 km por menos de cinco euros. Expresado en coste por kilómetro sería aproximadamente 1,12 €/ 100 km. En un coche de gasolina equivalente en tamaño y potencia, el consumo podría estar en torno a 6,5 L/100 km. Con un precio de la gasolina de 1,2 €/L (precio medio gasolina 95 en 2020), el coste sería de 7,8 €/100 km, casi siete veces más que el coste de desplazarse con un eléctrico. Esa diferencia de coste por kilómetro implica que, quien recorra unos 15.000 km al año en un eléctrico, ahorrará 1.002 € anualmente únicamente en combustible.
Otro punto a tener en cuenta es que la mecánica de un coche eléctrico es mucho más sencilla y fiable que un vehículo con motor de combustión. Su mantenimiento se reduce de manera importante en hasta un 50%. Se eliminan directamente las principales operaciones periódicas de alto costo en coches de combustión: cambios de aceite y filtro, embrague, bujías y calentadores, mantenimiento de los sistemas de descontaminación, correa de distribución…etc. Las pastillas y discos de freno por su parte, ven reducido su uso en un 70% ya que el vehículo eléctrico normalmente utiliza la frenada regenerativa, con la equivalente disminución de desgaste del sistema tradicional. A esto hay que añadir la ausencia de muchas piezas móviles sujetas a desgaste, que con el tiempo, dejan de tener un buen funcionamiento y generan averías.
Además hay que tener en cuenta los beneficios fiscales que se obtienen cuando se disfruta de un coche con etiqueta 0, ya sea eléctrico o híbrido enchufable. Ventajas que se empiezan ya a generalizar más allá de las grandes urbes: reducción del impuesto anual de circulación, bonificación en peajes o estacionamiento regulado gratuito y sin limitación de tiempo son algunas de ellas.
En el próximo artículo trataremos los descensos de los niveles de contaminación y sus sorprendentes efectos inesperados en el medioambiente que ha generado el confinamiento a nivel mundial.