Acaban de cumplirse dos meses desde que se decretó el estado de alarma en España y probablemente el único beneficiado en esta crisis ha sido el planeta.
Si hay algo que se ha comprobado durante el confinamiento, es que los niveles de contaminación a nivel nacional y mundial han caído en picado. Según el informe de Índice de Calidad del Aire (ICA) las cinco ciudades españolas de mayor tamaño (Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao) nunca habían tenido durante tanto tiempo un aire tan limpio, desde que existen datos comparables. La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) indica que estas capitales han mejorado su calidad del aire reduciendo en un 58% el dióxido de nitrógeno durante el primer mes de confinamiento. Esta situación, extrapolable al resto de España y del Mundo, ha supuesto una importante mejora para la calidad del aire del país con las consiguientes mejoras en la salud pública.
Las emisiones de CO2, uno de los principales responsables del cambio climático, han caído en Europa a niveles de 1958, según la Vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera. Los registros de gases de efecto invernadero (GEI) se han desplomado en una situación extraordinaria no comparable a nada visto antes.
A esto hay que añadir que la ausencia de gente en las calles y de contaminación sonora (minimizada en gran medida por los vehículos que funcionan en modo eléctrico) que ha permitido que la naturaleza se abra paso y reclame también su espacio. Se han producido incontables escenas a lo largo y ancho de todo el globo. Es la primera vez desde la Segunda Guerra Mundial que se ve el Himalaya desde la ciudad india de Jalandhar, los canales de Venecia se han llenado de peces y vida, se han visto jabalíes corriendo por varias ciudades europeas, ciervos en Nara (Japón), cóndors y pumas en Santiago de Chile, jaguares y cocodrilos en la costa atlántica de Méjico dónde nunca antes se habían visto son sólo algunos de los cientos de miles de ejemplos. En España, se han producido igualmente escenas nunca vistas: osos en poblaciones del Norte, cabras montesas en Archidona (Málaga) o incluso un corzo corriendo por las calles de Valladolid.
Esta situación y los cielos azules que pocas veces antes se habían observado en muchas ciudades nos invitan a la reflexión. Se han impulsado algunas iniciativas públicas encaminadas a aplicar nuevas políticas que permitan reducir los niveles de contaminación. La peatonalización de más calles, la ampliación de los carriles bici o más zonas verdes son algunas propuestas planteadas como nuevas políticas para mantener estos buenos niveles de calidad del aire. Ante estos datos parece razonable que se consoliden nuevos hábitos entre la población que apuesten aún más por la sostenibilidad y el medio ambiente. Una forma de ayudar a controlar estos niveles de contaminación sin renunciar a nuestra movilidad son los vehículos eléctricos e híbridos enchufables, los únicos con una autonomía eléctrica suficiente para reducir de manera importante los niveles de contaminación atmosférica y sonora (lee aquí nuestro artículo sobre híbridos enchufables).